La lluviosa tarde del 14 de mayo de 1983, un Seat Ronda se salía de la carretera dando varias vueltas de campana a la altura de la localidad riojana de Alfaro. El aparatoso accidente se cobraba una única vida mortal de los tres pasajeros que viajaban en el vehículo. Fallecía Eduardo Benavente y, con su muerte, daba comienzo un legado que se extiende hasta nuestros días. Tenía apenas veinte años. Veinte años fueron los que necesitó Eduardo para marcar por completo a varias generaciones de artistas en general y músicos en particular que crecieron bajo la sombra de un joven madrileño al que la muerte convirtió en mito. La vida de Eduardo Benavente y de su grupo, Parálisis Permanente, fue fugaz, siniestra, nerviosa y absolutamente genial. Tan solo veintitrés canciones, reunidas en un disco y tres singles, fueron las que bastaron para que el grupo por el que pasaron iconos de la Movida madrileña como Ana Curra (Alaska y los Pegamoides), Jaime Urrutia (Gabinete Caligari) o Nacho Canut (Kaka de Luxe, Alaska y Dinarama) se convirtiese en la institución del pop oscuro español (o post-punk, llámalo como quieras) que es hoy día.
Eduardo, un niño inteligente y muy movido desde pequeño, sentía como los muros del internado de El Escorial le engullían. El internado parecía aplacar su espíritu artístico al mismo tiempo que alimentaba un siniestrismo que llevaba latente en Eduardo desde que lo expulsaron de su anterior colegio. Como si de algún modo supiese que su tiempo aquí era efímero, empezó a dar rienda suelta a su necesidad de expresión desde bien pequeño. Se dice que tenía catorce años cuando formó su primer grupo, Plástico, en el que también estaba Rafa Gutiérrez, futuro guitarrista de Hombres G. Posteriormente tuvo un breve paso por el grupo Prisma, en el que coincidió con Nacho Cano (Mecano), para acabar en otro mito de la Movida como fueron Alaska y los Pegamoides. Todo lo que Eduardo tocaba se convertía en oro. Talento llama a talento.
📷 Rafa Gutiérrez (arriba a la izquierda) y Eduardo Benavente (a su derecha) juntos en Plástico
En Alaska y los Pegamoides Eduardo participa de forma muy activa en la transición al siniestrismo del grupo y, gracias a este, tiene la oportunidad de viajar a Londres en un par de ocasiones. En su primer viaje, fruto de su romance con una de las chicas de las Mo-dettes, descubre a muchos grupos como Killing Joke o Bauhaus que están proponiendo cosas que juegan con el pop y lo siniestro que comienzan a interesar verdaderamente a Eduardo. Más tarde, volvería a la “milla cuadrada” con Ana Curra y la propia Alaska, ambas de Alaska y los Pegamoides y traerían, inspirándose en bandas como Siouxsie and the Banshees, la auténtica semilla del pop oscuro que empezó a gestarse en paralelo con el nacimiento de Parálisis Permanente. Con la escisión de Alaska y los Pegamoides y la marcha de Alaska a Alaska y Dinarama junto a Carlos Berlanga y Nacho Canut, Eduardo centró toda su atención en Parálisis Permanente. Y el éxito de la banda fue arrollador. La primera edición de su EP compartido con Gabinete Caligari se agotó en pocos días y el segundo EP ‘Quiero ser Santa’ no tardó en grabarse y salir al mercado. Lo siguiente que hicieron fue grabar su único y mayúsculo disco ‘El Acto’ que vio la luz en octubre de 1982.
📷 Portada de ‘El Acto’, primer y único disco de Parálisis Permanente.
Pocos meses después, con el grupo girando por toda España y en su pico de popularidad, aquella curva en el kilómetro 17 de la A-68 ponía fin a la corta vida de un genio, un marginado y un incomprendido. No sabemos hasta donde hubiese llegado la carrera de Eduardo. Todo a punta a que podría haber llegado hasta donde su nerviosismo y sus fantasmas le hubiesen dejado hacerlo. Lo que es innegable es el hecho de que canciones como ‘Autosuficiencia’ o ‘Nacidos para dominar’ (esta última forma parte de la BSO del éxito de Netflix ‘Élite’) sigan siendo escuchadas más de cuarenta años después de la desaparición del grupo que las creó. Innegable es también la influencia que una banda con tan poco recorrido y, sobre todo, escaso repertorio, tuvo, ha tenido, y tendrá sobre los grupos y artistas cercanos a los ritmos y las melodías más oscuras.
Cuarenta años después solo nos queda escuchar sus canciones y soñar, si, con lo que pudo haber sido, pero disfrutar, también, de lo que fue.
🔗Videoclip ‘Autosuficiencia’, único video que grabó la banda.
Hernández - Café y Cultura