Café 4. Los deportes del verano.
Creo que el verano tiene una relación con el deporte difícilmente comparable con el resto de estaciones. Bien es verdad que las ligas más importantes de fútbol y baloncesto paran justo al inicio de este, dejándonos momentáneamente huérfanos de trepidantes duelos entre el Rayo Vallecano y el Getafe que sin duda harían las delicias de los amantes de las siestas de producirse en una soleada tarde de julio. También es cierto que la final de la Super Bowl, máximo acontecimiento en el fútbol americano (o simplemente football, como allí prefieren), cae sobre febrero, por lo que ni los yankees ni aquellos que dicen saber que está pasando en medio de un partido (y además disfrutan de ello) encontrarán en el verano el oasis deportivo que, sin duda, un servidor encuentra.
Hay algo en los deportes de verano que parece envolverlos en un aura especial, casi mística. No es de extrañar, por tanto, que la estación estival haya dado lugar a algunos de los grandes hitos de la historia del deporte. Uno de mis favoritos, ocurrido en la competición del verano por excelencia, los Juegos Olímpicos, es el de Fermín Cacho en Barcelona 92’ cuando puso en jaque la supremacía africana en el medio fondo. Aquella victoria de Fermín Cacho en el 1500 yo no la viví pero siempre la he entendido (o la he querido entender) como una gesta de proporciones míticas.
Hay dos eventos que cada cuatro años paralizan mis veranos de forma automática. Unos son, como ya he dicho, los Juegos Olímpicos. Los Juegos Olímpicos me dan la oportunidad de ser un completo forofo de deportes que no sabía ni que existían hacía cinco minutos. He llegado a gritar como si fuese un gol de mi equipo una medalla en taekwondo o en Foso Olímpico (googlea, anda). Eso es impagable. Inigualable.
El otro gran evento es, evidentemente, el Mundial de fútbol. Por cuestiones que poco tienen que ver con el fútbol (aunque, lamentablemente, cada vez en mayor consonancia con el fútbol moderno) se decidió que el Mundial de 2022 se disputase en Qatar. Las altas temperaturas del país durante los meses de verano han provocado que este pase de comenzar en junio, como todos los mundiales de la historia, a noviembre. Un mundial casi en Navidad, que desastre. Para mí, un mundial significa que has terminado las clases. Significa que tienes todo el verano por delante. Significa que te juntas con tus amigos para ver un Sudáfrica-México en el que un tal Tshabalala marca un gol realmente increíble. Significa ponerte la camiseta de la selección, que cada verano te está más pequeña, y combinarla de la forma más horrible posible en cada partido. Todo esto, y mucho más, nos han arrebatado con este mundial ilegítimo (salvo si lo gana España, por supuesto).
Wimbledon, Tour de Francia, Mundiales de natación, de atletismo, etc., muchos son los eventos que año tras año me retienen en el sofá y me alejan de playas, montañas, rutas, excursiones y todo tipo de distracciones que, sin duda, me apartarían de mi objetivo de convertirme en un auténtico experto del deporte en cuestión en tiempo récord, para luego, no prestarle ningún tipo de atención durante el resto del año. A propósito de esto, los récords, tan presentes en las pruebas de atletismo y natación, han sido algo que me ha obsesionado desde pequeño. Tanto es así que quede maravillado cuando me enteré que en los Mundiales de natación de Roma 2009 (disputados, obviamente, en verano) se establecieron hasta 43 nuevos récords, una cifra escandalosa. Mi interés aumentó exponencialmente cuando conocí que este acontecimiento fue debido a unos nuevos bañadores hechos de poliuretano que, para sorpresa de nadie, fueron prohibidos más adelante pues no garantizaban la igualdad de condiciones entre los nadadores. Tal fue el impacto de los nuevos bañadores que este Mundial sigue siendo citado como referencia para diferenciar entre la natación pre y post poliuretano.
Como ves, muchas son las ventajas de ser un seguidor de los deportes de verano. Estoy buscando adeptos/as para esta nueva secta así que te dejo por aquí mi twitter para que me comentes cual es tu momento deportivo de verano favorito. Si twitter no es lo tuyo, también me puedes dejar un comentario. Prometo leerlo si no dan deporte por la televisión.
Hernández - Café y Cultura
Fermín Cacho celebrando que es campeón olímpico (Barcelona, verano de 1992)