Café 1. Open: golpear en el momento adecuado.
Cuenta Agassi en sus memorias que no siempre importa lanzar el mejor disparo del mundo, que todo depende del momento. El momento exacto. Si no es el momento adecuado, no es el tiro adecuado. Leer Open, las memorias del carismático jugador de tenis escritas por J.R. Moehringer, resulta, de alguna manera, una búsqueda personal del momento adecuado.
Todos hemos sido, somos, o seremos Andre Agassi. No me refiero a que estemos predestinados a convertirnos en una suerte de estrella del rock en nuestro trabajo, con un peinado extravagante (que al final resulte ser una peluca) y el outfit más llamativo posible. Me refiero a que todos y cada uno de nosotros nos hemos visto arrastrados por la inercia de lo establecido, por un torrente de aceptación de nuestra realidad que nos ha impedido parar y tomar nuestras propias decisiones. “¿Es esto lo que quiero?” “¿Por qué hago lo que hago?” pueden ser frases que hayan resonado en nuestra cabeza, también en la de André Agassi.
Agassi llegó a ser número uno del mundo en un deporte que detestaba: «Odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y sin embargo sigo jugando porque no tengo alternativa» Jugar al tenis nunca fue su decisión. De la misma forma, has finalizado esos estudios que tantas salidas tenían según tus profesores o te encuentras preparando esas oposiciones que tanta estabilidad laboral te darán según tus padres ¿Cuántas de estas decisiones has tomado realmente tú? No quiero con esto que te entregues a una vida nihilista con tintes de taza de Mr. Wonderful en la que abandones todas tus responsabilidades y abraces la más absoluta nada con una sonrisa. Quiero que tomes, como hizo Agassi, la decisión. Quiero que encuentres el sentido. El momento.
Agassi encontró su momento, había golpeado fuerte a la bola durante toda su vida. La rabia, la ira y la frustración le habían llevado a ser el mejor del mundo en eso, en golpear fuerte. Pero ahora, iba a golpear en el momento adecuado. Fue en 1999, justo al borde de la entrada del milenio que cambiaría, o eso se pensaba, nuestras vidas para siempre. Agassi reaparecía en tierras francesas, en Roland Garros, el último torneo que se le resistía para poder completar la gesta de ganar los 4 Grand Slam del circuito ATP (Australia Open, Roland Garros, Wimbledon, US Open). Su mejor resultado en el torneo habían sido las semifinales alcanzadas en 1992, hacía casi siete años. En la edición de 1998 había caído derrotado en primera ronda por un jovencísimo Marat Safin. En fin, todo parecía conjurarse en su contra para pensar que la actuación de nuestro tenista fuese a ser, al menos, resaltable. Sin embargo, algo había cambiado en Agassi.
Hacía apenas dos años que, por primera vez, envuelto en un escándalo por su adicción a la metanfetamina (a pesar de haber engañado a la ATP diciendo que solo la había consumido una vez y por error), siendo el 147 del mundo y al borde de la retirada, después de haberlo ganado prácticamente todo y haber sido número uno del mundo, Agassi había elegido. Odiaba este deporte porque nunca había sido su decisión jugar al tenis. Fue aquí, al borde el precipicio, cuando Agassi decidió. No decidió amar el tenis, eso no iba a cambiar nunca. Decidió respetarlo y respetarse a sí mismo. Entendió que hacer algo que en un principio odias, si tratas de hacerlo de la mejor manera posible, con alegría, puede convertirse en algo que te inspire a seguir adelante. Agassi decidió seguir adelante, cambiar para volver a entregarse al tenis en cuerpo y alma. Únicamente así podría resurgir de los infiernos o hundirse aún más en la oscuridad, pero sabiendo que ahora era él quién tomaba la decisión. La diferencia es importante. Y resurgió, vaya si resurgió. Ese año no solo ganó la ansiada Copa de los Mosqueteros en la capital francesa (en el cuadro femenino ganó Steffi Graf, su futura mujer; algo muy místico hay en este Roland Garros) si no que terminó la temporada ganando por segunda vez el US Open. De nuevo, profeta en su tierra.
Con la publicación de Open Agassi reescribe su vida. No quiero entender sus memorias como un libro en el que el americano busque explicar sus acciones para así poder expiar sus pecados y obtener el perdón del público. Él ya se perdono hace tiempo y esto es lo único que cuenta. Open es una fábula con muchas moralejas. Lo mejor de este libro es que cada uno puede extraer su propia moraleja. Lo mejor de este libro es que te puede dar igual el tenis, es secundario. Lo mejor de este libro es que Agassi, sintiéndose completamente vacío y solo después de ganar su primer Grand Slam, podríamos ser cualquiera de nosotros. Lo mejor de este libro es que, con un poco de suerte, aprendes a golpear en el momento adecuado.
Hernández - Café y Cultura
Agassi besando la Copa de los Mosqueteros en París (1999)