Recuerdo tener 14 o 15 años, no más. Acababa de ver La Naranja Mecánica por primera vez y estaba en esa especie de trance como de no saber muy bien que acabas de ver que las imágenes de ultra violencia y la música de Beethoven pueden generar sobre cualquier adolescente. Recuerdo también que lo siguiente fue entrar a YouTube para ver de nuevo ciertas escenas de la película que no me podía quitar de la cabeza. Necesitaba comprender como podía ser posible que existiese algo tan potente. No había visto nada igual. Repetía una y otra vez aquellas escenas en las que la música pasaba a ser la protagonista para acompañar a la imagen en un resultado casi hipnótico, al menos para mi yo de 15 años. Con el paso del tiempo, y de volverla a ver unas cuantas veces, entendí mejor la película y me quedé con otras escenas que, si bien no son tan impactantes, he sabido apreciar mucho mejor. Pero bueno, la cuestión es que por aquel entonces no paraba de buscar en internet otras escenas de películas que me causasen la misma fascinación que las que acababa de ver en La Naranja Mecánica. Entonces, el algoritmo de YouTube hizo su magia y me recomendó este video:
Café 27. Apocalipsis ahora.
Café 27. Apocalipsis ahora.
Café 27. Apocalipsis ahora.
Recuerdo tener 14 o 15 años, no más. Acababa de ver La Naranja Mecánica por primera vez y estaba en esa especie de trance como de no saber muy bien que acabas de ver que las imágenes de ultra violencia y la música de Beethoven pueden generar sobre cualquier adolescente. Recuerdo también que lo siguiente fue entrar a YouTube para ver de nuevo ciertas escenas de la película que no me podía quitar de la cabeza. Necesitaba comprender como podía ser posible que existiese algo tan potente. No había visto nada igual. Repetía una y otra vez aquellas escenas en las que la música pasaba a ser la protagonista para acompañar a la imagen en un resultado casi hipnótico, al menos para mi yo de 15 años. Con el paso del tiempo, y de volverla a ver unas cuantas veces, entendí mejor la película y me quedé con otras escenas que, si bien no son tan impactantes, he sabido apreciar mucho mejor. Pero bueno, la cuestión es que por aquel entonces no paraba de buscar en internet otras escenas de películas que me causasen la misma fascinación que las que acababa de ver en La Naranja Mecánica. Entonces, el algoritmo de YouTube hizo su magia y me recomendó este video: